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sábado, 5 de diciembre de 2009


Y no te dejo…
por más que las callejuelas de antaño me llamen con su color gris,
por más que el sepia de sus besos bien dados me enseñe a mentir,
yo… yo no te dejo.
Podría decirte la mentira más ruin, besarte y besarlo…
pero, qué gano al fin, es por eso que yo… no te cambio,
no te cambio por el sol de las mañanas,
no te cambio por el suspiro del colibrí,
no te cambio por el gusano de oro, no te cambio por nada.

Eres tan propio de mi ser,
eres tan mío en mi esencia…
no necesito nada más que a ti.

Pero tú...
tú me cambias a mí.

2 comentarios:

Sam dijo...

Pues a veces el desaparecer es el inicio de la magia que hace posible que uno pueda recorrer miles de kilómetros. En la mano una foto, tu rostro y preguntar hasta llegar, tocar tu puerta y mirarte a los ojos abrazarte y decirte te amo, dar la media vuelta y desaparecer en el horizonte.

Anónimo dijo...

"No te cambio por el suspiro del colibrí"
Hermoso.
Saludos.