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domingo, 13 de septiembre de 2009

En negro, para negro.-


No necesito más palabras para comunicar lo que no deseo hacer, no quiero escuchar el llanto que sin sabor saboreo en lo hondo de mis lágrimas rojas.


En unas cuantas líneas quiero decirte que… decir cuánto es usted para mí.


Es así como las palabras se cierran castas a la impureza de mis pensamientos, es así como no quiero que obtenga la llave de entrada a mi escondite secreto; no sé que más se puede decir en tres o cuatro símbolos secos, que más puedo trasmitir en letra muerta, en párrafos sin vida.

Desearía tanto poder dar inicio al pensamiento mío y encontrar en él algún fragmento de su existencia, de sus ornamentadas frases creadas para que musas torpes e ilusas (como yo) las oigan y se sientan enamoradas de su ser, de sus labios que rocían ese fino perfume, tan característico de usted; abrir mi mente y encontrar en ella la esencia que deja en mi ropa al marchar, descubrir en el encierro de las metáforas mal formadas todo lo que usted puede pensar.


Me hace demasiada falta, hombre a quien tanto amo, tanta falta me hace usted que quisiese tenerle todo el día en mi mano, disfrutarle, poseerle y al mismo momento perderle, para así dar paso a la angustia de no quererle; creer así que su vida se disipa en el más lejano horizonte, en lo más apartado de mí.


No sirve de nada gastar los minutos en signos extintos, no hace falta pensar, como ingenua niña, que al descubrir el pensamiento oculto, usted comprenderá de que trata mi imaginar.

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